Lic.  Marcela.Sainz, Lic. M. Lucila Lamanna Guiñazù, Lic. Romina Ross

“El espacio habitado trasciende el espacio geométrico” Bachelard, G.

El recorrido de los sentidos, el sentido del recorrido, su dirección y su significación.  Resonancias.

Diariamente, nos encontramos con niños y niñas que recorren un espacio instituido, espacio convencional, donde el terapeuta se dispone a ingresar junto al paciente a un consultorio establecido con anterioridad. Inicia en dicho momento, un trabajo que procura el advenimiento de un encuentro singular mediatizado por el jugar como nuestra herramienta clínica por excelencia.

Siendo sinceros, nuestra clínica diaria no es tan lineal y muchas veces estos encuentros se llevan a cabo en los pasillos, en el patio, en el hall, buscando habitar espacios institucionales a partir de diversas propuestas lúdicas. Parafraseando a Daniel Calmels, en estos espacios se pone en juego una apropiación subjetiva entre la relación que se establece entre el movimiento, el cuerpo y las acciones. De este modo, el jugar se transforma en un hacer, “jugar es hacer” dice Winncicott, un hacer en un tiempo y un lugar donde se realizan operatorias sobre el mundo que nos rodea, trabajos que se dan en el interjuego entre las acciones que realiza el niño sobre los objetos y el espacio dispuesto por el otro.

Frecuentemente, nos encontramos en la labor de habilitar espacios significativos y subjetivantes, actos que inauguran, inscriben y dejan marcas. De este modo, en la búsqueda contínua de habilitar espacios a través de juego y del jugar, la experiencia de los sentidos, pone al cuerpo ante el desafío de dar respuesta a lo acontecido, cuerpos que se manifiestan a través de los gestos, las miradas, la actitud postural, la escucha.

Así, esta relación que se establece entre el cuerpo proyectado en el espacio, está provista de afectividad, es decir de la necesidad de un otro que de sentidos a los despliegues del niño en el espacio de juego. En función de esto, la intervención que se realizó de los consultorios, se centró en el armado de escenario lúdico con fronteras y límites propuestos por los terapeutas, para que las familias y los niños, sean los protagonistas y se encuentren en un espacio de juego pensado en y para niños. Gestando de esta manera, un lugar de intercambio e interacción entre el niño, la familia y la institución.

La experiencia

La experiencia “El recorrido de los sentidos” se gesta a partir de una elaboración colectiva, pensando en ofrecer un espacio diferente donde niños y familia pudieran vivenciar el intercambio lúdico por fuera del ámbito terapéutico convencional. Con la idea de hacer lugar a los padres y hermanos, en un formato distinto, lúdico, entendiendo que era otra manera de conocerlos y de que pudieran involucrarse, cada quien a su manera.

Se ofertaron distintos espacios: dinosaurios, selva, granja, insectos, acuáticos y un espacio de juego libre. De esta manera, los consultorios se transformaron en distintos escenarios con estímulos visuales, sonoros y táctiles, brindando un lugar de exploración e intercambio. En cada escenario, pudieron encontrarse con diversas actividades como propuestas de búsqueda, de imitación, adivinanzas, manipulación y juegos motores, generando un ambiente desestructurado y de disfrute.

Además, se le entregaba a cada familia un mapa con las diferentes propuestas y una plancha de stickers para que si lo deseaban pudieran ir marcando cada lugar recorrido. 

Se propone disponer del espacio y realizar un recorrido propio debido a que, no había una disposición que marcara la cantidad de visitas que se podían hacer. Consideramos que en la elección del circuito a realizar se ponen en juego las distintas manifestaciones corporales y mediante ellas, el cuerpo cobra existencia y da la posibilidad de diferenciarse e identificarse con el otro.

  Entrar en el mundo es adoptar la dimensión del Otro y en general con el primer Otro con el que se encuentra el niño es, su madre. La oferta que se realiza en este caso, busca que cada niño y su familia fueran eligiendo el camino a trazar, contorneando un circuito, una dirección y una significación singular.

Para quienes practicamos el psicoanálisis, esto nos conduce a pensar en el recorrido pulsional. La pulsión, término acuñado por Freud, para distinguir del instinto y tomado por Lacan como concepto. Empuje, medida de exigencia de trabajo, goce, eco de un decir en el cuerpo, son algunas de sus significaciones, constituyéndose a partir de los agujeros del cuerpo que se convierten en zonas erógenas a través de los cuidados del Otro primordial. Agujeros que arman superficie y constituyen un borde corporal, un adentro y un afuera, así como una alteridad. 

Muchos de los niños que asisten a nuestros espacios presentan perturbaciones severas en la constitución de un borde corporal y en el contacto con el otro, sabemos de las dificultades sensoriales que padecen y el enorme y arduo trabajo que realizan para lograr cierta regulación y hacerse una existencia más vivible. 

Por tanto, ofertar una propuesta lúdica que implica al cuerpo y el experimentar con sonidos, texturas, significaciones, palabras, etc. van en esta línea. Invitar a la construcción de una experiencia que, si bien es para todos, se construye a la medida, al ritmo propio, a las posibilidades de apropiación de cada sujeto.

Experiencia que presenta un valor clínico y que a nuestro entender se gesta a partir de un deseo; el del analista. Respecto a esto Adriana Rubinstein en revista Virtualia manifiesta: “el analista se orienta por el deseo del analista, que toma como punto de partida la singularidad de las soluciones subjetivas con las que cada sujeto ha respondido al encuentro con lo real del goce y la castración, sin ideal previo, siguiendo de cerca las posiciones subjetivas del enfermo, aprovechando el potencial de cada sujeto…  y contribuir a crear las condiciones de un arreglo menos sufriente con el goce, un saber-hacer”                                             

No se trata de una técnica, es un deseo orientado por los conceptos fundamentales del psicoanálisis.

  Se trata de una apuesta que implica intentar gestar algún anudamiento posible, que cada sujeto se encuentre con la singularidad de su goce, para hacerlo menos sufriente. Saber hacer con lo que hay, se orienta por lo Real.

Y, además, es acompañar, dejar obrar, esperar, no oponer resistencias o en todo caso utilizar la fuerza en favor del movimiento subjetivo, de la invención.

Y así también, como la experiencia que contamos, el proceso terapéutico se trata de un recorrido posible, cuyo final no puede ser anticipado, pero tampoco es infinito.

Finalizamos con este hermoso poema de Roberta Iannamico titulado “Si alguien te lleva de la mano”

Si alguien te lleva de la mano 

Roberta Iannamico

Si alguien te lleva de la mano

te das cuenta 

de que la mano tiene corazón

dos manos juntas

se entienden más

que todas las personas

todos los seres

están juntas

completamente

si alguien te lleva de la mano

solo la mano vive

el resto del cuerpo está desmayado

la mente duerme y vas

como un barrilete

a cualquier lugar

que siempre te sorprende.

Bibliografía

Calmels, D. (2016): El espacio habitado: en la vida cotidiana y en la práctica profesional. Rosario: Homo Sapiens Ediciones.

Calmels, D. (2009): Infancias del cuerpo. Buenos Aires: Puerto Creativo. 

Cazenave, L. (2020): Qué plantea el niño al psicoanálisis. En: Cuadernos del Icdeba.

Rubinstein, A. (2009): “El deseo del analista: saber hacer con lo que hay”. En: Revista Virtualia Nº19.

Winnicott, D. (1971): Realidad y juego. Ed. Gedisa.